Cerca de casa, en una pequeña tienda, vendían botones. Estaban todos metidos en una caja separados en bolsas, así que compré la que mayor variedad de colores y formas tenía. Había decidido coserlos a mi ropa de forma desordenada, pero uno por cada vez que me pasase algo importante. El primero y último de ellos lo cosí al bolsillo de mi pantalón tres semanas después. La noche anterior, en algún lugar de la ciudad, había visto morir a un payaso.
domingo, noviembre 20, 2005
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4 comentarios:
Lo bueno es que los payasos van al cielo de los payasos. Que debe ser un infierno, por cierto.
Los payasos son el cielo...
¿Todos los payasos van al cielo? Que tontería, supongo que el de I.T. no. Yo coso botones a mi ropa cada vez que algo me emociona de verdad, y últimamente ya no se ve el tejido de mis camisetas. Será que me estoy volviendo muy sensible. Un abrazo
P.D.- No te tengo miedo Maria! Manifiestate, que mis guardaespaladas me protegeran.JAJAJA
voy a manifestarme .... preparado?? ... jejejejeje.... va... en serio... que sólo fué por darle un poco de polémica a la página... mil gracias por la invitación de cumple (te llevaremos un regalo molón) ... y así nos conoceremos y me manisfetare de verdad.un beso!
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