Los días comienzan justo en el momento en el que recuerdo que algo me mantiene vivo. Tal vez sea la melancolía del día que ha acabado, o tal vez el hecho de recordar todo lo que dejé en el camino. Entonces me visto, y descubro que en mis bolsillos conservo el catalejo de cuando jugábamos a espiarnos, de cuando jugábamos a ser unos desconocidos. Y lo abro, para mirar a través de el y buscar alguna escena que observar, algo en lo que fijar mi atención. Pero al final siempre pasa lo mismo, lo cuelgo de mi mochila y salgo a buscar los zapatos que dejé anoche en tu puerta, esperando que un día, a mi vuelta, descubra que una flor ha brotado en ellos. Y una vez más cuando llego se repite la misma escena: la puerta cerrada y en el suelo miles de cartas esperando ser abiertas, miles de cartas devueltas indicando “destinatario desconocido”.
miércoles, marzo 08, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
A veces encontrar un motivo para levantarse no es fácil,pero siempre habrá algo que nos mantenga despiertos...Quizás lo que mueve este mundo es que todos esperamos que brote una flor en nuestros zapatos.Dicen que la esperanza es lo último que se pierde.
Publicar un comentario