martes, noviembre 07, 2006

En lugar de gritar,
en lugar de correr
me aferré con fuerza.

Prendí fuego a unos pasos
que lentamente me traicionaban.

Y quieto, asomado
desde una de tus promesas
huí en aviones de papel.

¿A quién le importó?

En unos días
el reloj volcó
la arena en la mesa.

Y en pocos minutos
me desnudé,
quedando a la deriva,
alejado de las voces,
protegido en el eco
que ocultaban en tus piernas.

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