Quieres bailar
mientras todos
regresan a casa.
Un tanto aturdida
porque sabes
que tu cama
te espera vacía.
Y trazas una línea
de tiza
en el asfalto,
y la calle se convierte
en la arena
de un enorme circo.
Con las ventanas
iluminadas
presentando a sus artistas.
Con equilibristas
y trapecistas
que secuestran la noche
en sus bolsillos.
Porque sigues soñando
que te aplauden,
y que,
al final,
te espera
una ducha caliente.
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