Llevo un tiempo pensando en utilizar cosas que tengo escritas de hace tiempo para hacer algo. Preparar un cuadernillo, utilizarlas para el próximo libro, no sé, algo. Por ahora os dejo con algunas de ellas, a ver qué opináis:
Esta noche dormiré
tumbado junto a la puerta,
justo donde pueda sentir
la corriente de aire.
Cuando éramos niños aprendimos a no llorar. Tu agarrabas mi mano y escapábamos al río. Allí me enseñaste a cubrir mi cuerpo de hojas, a dormir sumergido en el agua. Allí aprendí a sentir la tierra mojada bajo mis pies.
El único recuerdo
que conservo
de aquellos días
es la canela
debajo de las uñas.
Encontramos un collar de perlas en el fondo del mar. Tú te lo pusiste y saltaste en el agua diciendo que eras una sirena. A la mañana siguiente, te encontramos muerta en la cama, no habías podido sobrevivir una noche entera fuera del agua.
Cuando fui niño tuve alas. Las perdí cuando llovió durante siete días seguidos. Recuerdo a mi madre sentada al borde de mi cama curándome las heridas.
Cuando llovía salíamos a jugar en los charcos. Hacíamos barcos de papel y esperábamos a ver cual era el primero en hundirse. Entonces un día desapareciste delante mía. Habías intentado recuperar tu barquita y al pisar en el charco te hundiste hasta quedar totalmente sumergida. Yo intenté agarrarte de la mano pero cuando llegué solamente podía ver el asfalto a través del agua. Me senté en la acera a esperar, pensaba que en cualquier momento aparecerías y continuaríamos jugando. Esa misma tarde salió el sol. A eso de las siete y media el charco entero se había evaporado. Tu barco de papel seguía allí, arrugado y medio desecho aunque ahora seco. Cuando entré de nuevo en casa me quedé mirando por la ventana. Hay días que me levanto y me parece ver un charco de agua que me lleva hasta tu cama.
2 comentarios:
Debes escribir de nuevo o re-escribir... pero sigue regalándonos tus palabras... gracias... Pau
he disfrutado leerle frente a su PCra.
Publicar un comentario