lunes, marzo 12, 2007


Te dedico
un terrón de azúcar
en café caliente.

Esperando
en un sillón rojo
a que se apaguen las luces.

Te dedico
una habitación
de espaldas al mar.

Te dedico
un jardín
de sauces llorones.

Pasando
las horas
delante de tu ventana.

Asómate
para que pueda verte.

Asómate
y salta a este jardín húmedo.

Te dedico
esta noche,
o cualquier otra.

Te dedico
los minutos
que tardé en escribir
esto.

Te dedico
un trozo de mi vida,
aquel que nunca sé
cómo utilizar.

Te lo dedico hoy,
y mañana quizás también.


Y si te gusta
podremos repetir,
si quieres,
si al final te convence,
si todo esto
te puede emocionar
lo más mínimo.

2 comentarios:

Cvalda dijo...

Mmmm,café...me alegra ver que tu poesía aún sigue viva (sigo esperando la ilusión de llegar a una librería pequeña, de esas que tanto te gustan, y encontrarme con un libro escrito por ti...)

Por cierto,¡dime tu dirección!xD

Mathieu Saladin dijo...

Cuando te veremos de nuevo por la ciudad?? Todavía me siguen gustando tus palabras. Y sí, todavía te leo. Un abrazo, Jim