viernes, marzo 23, 2007


Yo,
por raro que parezca,
he conocido
a un chico con alas.

Un chico
que sabe volar
a zonas que nadie
conoce.

Y tal vez,
si eres afortunado,
te lleva a volar con él.

Y te enseña
a mirar el mundo
desde su punto de vista.

Donde la poesía
es el día a día,
y la vida
huele a vivir
intensamente.

Al que después
puedes tardar
mucho en regresar.

Y echas de menos
cuando te alejas
de él.

Porque sabes
que allí
renaciste de nuevo.

Allí empezó
todo
cuando
no te rodeaba nada.

Y entonces
piensas que algún día
volverás,
porque lo necesitas,
porque lo recuerdas
y no te vale con ello,
porque una vez
que lo has probado
no vale
pasar página
sin más.



* Dedicado al niño con alas.

3 comentarios:

Cvalda dijo...

...:)

Era de noche,pero en aquel lugar había más luz que en ninguna otra parte;
mucha gente se congregó allí,porque acontecimiento tal sólo sucede una vez al año,
y en ocasiones ni eso.
El niño con alas celebraba su cumpleaños.

El niño con alas no necesitó nacer con estrella,porque él mismo lo era.
Desde pequeño brillaba con insistencia y se hacía notar,muy a su pesar.
Con el paso de los años se adaptó a su situación,y aprendió a sacarla partido.
Ahora se codea con gente ingrata que se aprovecha de él,
pero también ha logrado seguir el rastro de otras pequeñas estrellas que trataban de esconderse.

El resplandor del niño con alas va in crescendo,
desde donde sus ojos alcanzan mirar hasta donde su corazón quiere llegar.
Pero el niño con alas debe tener cuidado...
porque hasta la estrella más brillante puede dejar de lucir.

Era de noche,pero en aquel lugar había más luz que en ninguna otra parte;
yo estaba allí,sonriente,ilusionada por sentir de nuevo a mi lado esa luz tan intensa.
Porque personas así existen muy pocas,
y su luz siempre consigue iluminar todo cuanto rodea.

P.D.Qué casualidad que incluyas esta entrada hoy, que me he comprado el libro de "Todo está iluminado"...

Mathieu Saladin dijo...

buaaaaaaaaaaaaa!!!! snif snif, os echo muchísimo de menos, echo en falta aquello que tuvimos, añor la arena de Trachimbrod y los actos poéticos, las risas y el aguardiente, el correr en pleno febrero hacia el acantilado, os quiero mucho a los dos, muchisimas gracias, no os olvido, porque siempre os recuerdo. Espero que algun día volvamos a ser Jules y Jim, y sobretodo Catherine. (sin olvidarme de la pobre niñ@ Sabine).

A veces es triste mirar al pasado, pero es mucho más triste mirar al futuro añorando ese pasado.

Anónimo dijo...

jops, qué bonito.
yo no sé qué decir... le acabo de conocer, pero ya sé que es realmente especial. con una idea suya (ya sea de fiesta o malévola a su manera) parece que todo es un tiovivo que empieza a girar. y uno quiere subirse, porque está seguro de que terminas ganando una carrera de caballos.