sábado, diciembre 13, 2008

Esta mañana


No sé si lograré transmitir exactamente lo que he sentido, la sensación que me ha llegado, pero lo intentaré. Desde hace más de un año, muchos de los momentos más felices e intensos que he pasado han sido montado en una bici. Primero en Málaga, por el paseo marítimo, ensimismado mirando el mar, los barcos, los pescadores, y ahora en Madrid, por el Campo de las Naciones (sí, sé que no es un bosque pero no hay otra cosa cerca de casa).
Hoy, como muchas mañanas, me he preparado para irme un rato. Me he puesto las mallas, las zapatillas, forro polar, gorro y guantes, y he salido a la calle. El día empezaba gris, con un poco de lluvia, y aunque sería la excusa perfecta para volverse y quedarse en casa calentito, a mí la lluvia me provoca el sentimiento opuesto, me encanta montar en bici con lluvia. Al llegar al Campo de las Naciones y llevar un rato ya pedaleando, he notado que el agua había sido sustituida por aguanieve, los pequeños copos se posaban en el forro polar y se deshacían en cuestión de segundos. Obviamente, el aguanieve me ha provocado tener más ganas de continuar, ya que no todos los días puedes disfrutar de ese clima y los paisajes que crea.
Entonces, ha llegado el momento mejor del día. En la zona más elevada del parque, hay un olivar, bastante grande, con caminos que lo atraviesan por varias zonas. El verde, de los árboles y del césped, se saturaba por efecto de la luz de un día lluvioso. A mi paso, por entre los olivos, decenas de cuervos que descansaban allí levantaban el vuelo y, en formación, trazaban giros calculados en el aire para volver a posarse un poco más lejos. En los cascos, en el mp3, Sigur Rós, música perfecta para un día de lluvia. Y continuamente, delante de mis ojos, nieve, agua nieve, muy fina, que llegaba a cuajar, pero que daba al paisaje un aspecto mágico. No he podido resistirme a pasar varias veces por los mismos caminos, a provocar el vuelo de los cuervos (decenas de ellos, varias decenas), a llenarme de barro hasta la barba, con el aguanieve golpeándome la cara y la música acompañando como la banda sonora a un momento único.
Probablemente sin vivirlo no sea lo mismo, pero no he podido resistirme a plasmarlo.

Dedico este post a José Carlos Darlas, buen amigo de Málaga y amante de la naturaleza y la bici. Seguramente él comprenda perfectamente la sensación que quiero transmitir, ya que tiene que haber vivido muchas como esta y mucho mejores.


Foto de http://www.flickr.com/photos/8230500@N04/

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy totalemnte de acuerdo!Una de las mejores sensaciones que he tenido en mi vida ha sido yendo en bici,con el aire rozandome la cara y el sol a contraluz..Un abrazo fuerte bello hombre!!

José Carlos Darlas dijo...

Me he sentido totalmente identificado con las sensaciones que tan bién describes, con esa mágica atmósfera de nieve, la música de los Sigur... MAGNÍFICO!!!
(muchas gracias por tu dedicatoria)