Hay quien lo llama el túnel. Un pasillo
que va desde la calle hasta el mercado.
Cuando echa la verja ante sus puertas
el vigilante y apaga luz y rótulos
ya nadie se aventura entre las sombras.
Desde la acera ven moverse motas
encendidas al ritmo de las manos
y oyen risas a lo lejos si reímos.
Huele a orines y hace frío. Un día
sus labios lo llenaron de caricias.
Por las mañanas abre un carnicero
que por la tarde deja ante el cristal
una hilera de ganchos. Muchas veces
contemplo cómo cuelga ahí la nada.
José Ángel Cilleruelo. Formas débiles. DVD ediciones. 2004.
Leyendo este poema me viene a la cabeza el pasaje doré en Madrid, el callejón que hace esquina con la filmoteca, donde está la taquilla. Si pasas por la tarde cuando los puestos cierran, también parece un túnel.
Fotografía de Federico romero.
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